Espada viva, espada muerta

Un amigo me dijo una vez que hay que mantener la espada viva. ¿Quería decir desenfundada, altiva, al acecho? No.

La espada está «viva» cuando está enfundada. Mientras no liberes el filo de su vaina, nadie sabe cuánto sabes; no te delatan tus gestos; eres todo potencia. Enfundada, la espada podría ser cualquier cosa. Para los demás, tu espada está viva.

Sin embargo, cuando desenfundas, la espada muere: tu forma de desenvainar, tu postura, los pequeños gestos; todo delata de tu pericia. Una vez sacas la espada el misterio se esfuma y das pie al combate.

Por eso hay que intentar mantener la espada viva; porque mientras nadie sabe cuánto sabes más difícil será que alguien esté dispuesto a atacarte.

Un ejemplo sencillo de este concepto se aplica a las guardias. Si se reconoce una guardia de Boxeo se sabrá que hay fuerza y agilidad en el tren superior pero debilidad en las piernas; si se reconoce una guardia de Taekwondo será al contrario; el Aikido es receptivo mientras que el Muai Thai dispara los codos, bloquea, ataca con rodillazos a quien inmobiliza. Del mismo modo, una mala posición evidencia las carencias, la musculatura revela los límites y fortalezas, el movimiento nos chiva sobre la entereza mental. Así, la forma de mantener tu espada viva es permanecer sereno, sin revelar nada, sencillamente en pie o sencillamente sentado.