Recientemente han publicado en Barrapunto la reseña de un artículo llamado Los datos digitales no son eternos, con el titular "¿Nos sobrevivirán nuestras creaciones digitales? ". Y la verdad es que el caso es preocupante.
Si no entendéis por qué, pensad en esos CDs que grabasteis y cuya capa metálica ha empezado a desgajarse; pensad en los disquetes que teníais por ahí (yo tengo los mismos que aparecen en el artículo, de colores… eran casi un signo estético y ahora son una pieza de museo); pensad en la cantidad de datos que olvidasteis copiar al formatear. A mí todo eso me ha pasado. De hecho, recuerdo el nombre de un dibujo de la infancia que guardé junto a otros en un disquete… y que se ha perdido entre cientos de miles de discos magnéticos estropeados o que, sencillamente, ya no existe.
Talvez conozcáis a los documentalistas. Hasta el momento las hemerotecas han guardado la Piedra de Rosetta de la historia política y social de Occidente, como las cartas a mano han sido para los historiadores una firma de la intrahistoria en la Historia.
Pero, ¿qué pasaría si todo ello se volviese también volátil? Hace unas semanas alguien me comentaba el gran problema que los correos electrónicos supondrían a largo plazo para recuperar la historia. Atención: no estoy hablando de violar la privacidad (la ética y deontología de los historiadores me es desconocida). Solamente maginemos ediciones digitales en riesgo de desaparecer. En cierto modo, bastaría un RETURN para hacer desaparecer buena parte de lo que pasó.
Y no lo olvidéis:
"Los pueblos que olvidan su historia, se ven condenados a repetirla".
Otro dilema que me ha surgido es el de "sobrevivir a la muerte" en el plano virtual. Supongamos que un usuario de Facebook muere. Talvez nadie se entere en el mundo digital, pero sus fotos permanecerán, sus comentarios permanecerán, y su "opinión" permanecerá. No sé durante cuánto tiempo, pero desde luego esa persona "permanecerá". La muerte será una chispa, pero hasta que el fuego no se extinga no habrá habido muerte virtual.
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