Ayer me compré Spore, el nuevo juego de Maxis (sí, el de esos que reinventaron el concepto de "expansión"). Sin querer mirar la cartilla (porque no quiero ver el -60€ en el saldo), os cuento mis primeras impresiones. Por favor, absténganse devotodos dogmáticos de Sims, que para pesados ya está el Opus.
El juego trata la evolución. Creo que no hay una forma más fácil de describirlo. Porque, si nos ponemos serios, todo este ¿producto? está dividido en diferentes juegos en función de los periodos evolutivos de la especie que estamos llevando a la conquista del mundo, de la galaxia, y del Espacio Espacial. Aunque al Dr. Maligno no lo vemos por ningún lado.
Por supuesto (y por supuestísimo), lo más divertido es que podemos crear nuestras propias criaturas: desde el poni potrón hasta el simio zofílico sideral. Al principio esto es lo que más sorprende: un editor de criaturas algo más complejo que ponerle el equipo al bárbaro de Diablo II. Y es que el juego tiene un sistema de IA que deduce el comportamiento de la criatura. Puedes ponerle manos en vez de pies, la boca en el culo o un lanzador de veneno donde irían las gónadas, que el bicho va a acabar moviéndose y luchando. Muy entretenido, sí señor.
Pero el juego completo, el "entire mode", el "complet fucking wonderful playing", no empieza contruyendo un bicho ya evolucionado. Empieza a partir de la llegada de moléculas orgánicas y la formación de organismos unicelulares al planeta (Aramís Fuster y La Duquesa de Alba no cuentan). En efecto: somos un p*** (acaba por *uto) microbio. ¿Y qué toca? Pues aniquilar especies que posiblemente habrían sido mucho más eficientes que nosotros pero ¡ah, se siente! Viva Darwin: aniquilación por placer. Y es en este estadio donde nos encontramos con el creador de… bacterias. Desde luego, polivalente y polidivertido (todo lo polivalente y polidivertido que puede ser un editor de bacterias, si es que es posible ser polidivertido).
El juego me recuerda a uno, de cuyo nombre no me acuerdo. La clave en esta fase es comerse al resto y crecer para salir del agua. Conforme encontramos nuevas cadenas de ADN podemos seguir evolucionando.
Luego saldremos del agua, creceremos, seremos una tribu, luego una civilización, luego… No he llegado mucho más lejos, pero si uno es un poco cabroncete puede intentar conquistar el universo. Esto debe de ser tedioso pero divertido. Tedioso porque a priori tienes una galaxia por conquistar, divertido porque el juego posee un extraño concepto multijugador: tu ordenador se descarga criaturas de otros usuarios y las usa para llenar tu universo.
Y aquí uno puede ser diplomático (como Jean Luc Picard en Star Trek), asesino (como los Alien), o un completo hijo de perra: te alías con todos y luegos los matas uno a uno aprovechando tu cerebro superior y tus rayos de plasma por encima de sus malditos arcos medievales. Selección natural, chavales.
Aunque, ya puestos a aniquilar el espacio (y probablemente a aniquilar La Realidad), más vale hacerlo con estilo. Para ello podemos configurar desde cómo vamos vestidos o cómo son nuestros edificios hasta cómo son nuestros vehículos o cómo es nuestra nave espacial. Guonderfuloso, ¿verdad? Siempre puedes llamar a tu raza "Horteriodes" y que vengan del planeta "Gárrulox-15". De verdad, aquí no hay censura. Además, luego todo se comparte por Internet, como ya he dicho 🙂
En mi experiencia de juego, lo primero que he intentado ha sido hacer una raza "velociraptor". Vamos, que se pelaban a quien querían, pero tenían el cerebro más escurrido que George Bush dentro de una secadora. En general es un fracaso, porque acabas no pudiéndote aliar con nadie (tus habilidades sociales se reducen a sacar tripas), y acabas tragando de todos.
La segunda ha sido una tribu de furbys voladores, que ha tenido algo más de éxito. Me he contenido y no he aniquilado a mis enemigos… salvo a unos que me robaban la comida. Es lo que tiene: te roban la comida, los matas; te roban el petróleo, los matas; te roban la contraseña del mésenjer, "por gilip* (acaba por *ollas)".
En definitiva, el juego es divertido, peeero tiene algunas cosas que no me gustan en absoluto. Nein, nein, nein. Empezando por la del Sr. Maxis, el Fürer de los simuladores. Está claro que ha tenido una gran idea, pero me huelo que con este juego va a pasar lo mismo que con los Sims: las expansiones.
Y es que quitaron una fase acuática, y seguramente caerá en alguna expansión. Igual que otros doscientos cincuenta millones de modelos de ojos (y ojetes). Y eso se traduce en dinero para él, mucho dinero, y pobres usuarios comprando cinco expansiones de golpe para poder jugar a la última (seguramente llamada "Sopore, ojos y ojetes). Algo tiránico, injusto, pero capitalista y legal.
Tampoco me hace mucha gracia el motor gráfico. Nadie les obligaba a comprar el motor Source, pero tampoco a ¿reciclar el motor del primer Sin City? El juego funciona, como me dijeron en la tienda, en casi cualquier ordenador. El problema es que cuando aspiras a una resolución superior a 100×100 tienes problemas. Esto es, que si quieres unos gráficos como en el Half Life 2… vas a necesitar máquina.
Y la última cosa que no me gusta es que el juego es muy personalizable, pero la jugabilidad no. "Todas las partidas son diferentes, pero al final todas las partidas son iguales", por decirlo así.
En definitiva, ¿lo mejor? Un juego totalmente personalizable, novedoso, y sin el control moral de cualquier otro producto infantil. ¡Por fin podrás dominar la galaxia con una tribu de falos espaciales! ¿Lo peor? Gasta demasiados recursos para lo que es, es probable que sufra un torrente de expansiones (para los jugadores de verdad, porque los otros son ESCORIA), y a la larga puede hacerse repetitivo jugarlo en el modo de evolución regular.
¡DISFRUTADLO, PAJILLEROS!
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