Sempiterno Límite

DÉJAME ENTRAR, dijo la Muerte,
antes de besarte en los labios
y dejarme perderte.

VUELVE A REZAR, dijo la Suerte.
Tiré por azar y extravié
poder encontrarte.

¿Dónde escondieron el sol besando tus pupilas,
la atmósfera de lo que no se recuerda,
el cariz amargo de las despedidas?

He violentado los renglones más allá del zénit,
mas son los pasos como arena en celo
bajo la espuma de nubes sedentarias
que nos regala el mar.

No hay paz, ni despedidas,
que se desprenden como piel cocida
por sentimientos superfluos.

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