El Occidente del siglo XVIII distaba mucho de ser democrático. Movidos por el auge de las ideas ilustradas que enraizaban entre la burguesía, monarquías de aquí y de allá empezaron a convarse en nombre de los de abajo. Pero el poder es el poder, y el poder corrompe. El juicio de la Historia conoció a esta facha de mequetrefes como déspotas ilustrados o, lo que es lo mismo, como los que hacían «todo para el pueblo pero sin el pueblo».
No sería casualidad que esta idiocrática sentencia, fundada en los principios del egoísmo, se registrase como epitafio de la carrera política de Mariano Rajoy. Un presidente de un país que se dice constitucional, amparado por un régimen definido como democrático, en el marco internacional de las naciones libres, gobernando a golpe de vara. Sea porque se lo dicen los mercados, Merkel, sus amiguitos de partido o la madre que los parió a todos ellos, sustituir un programa político por el Alfa y la Omega de los Decretos-Ley no es ni democrático ni constitucional.
De hecho, recortar al mismo tiempo en ciencia, dependencia, educación, sanidad y prestaciones sociales mientras se beneficia a la banca, al lobby audiovisual o al amiguismo político es una combinación demasiado falta de Ética per se como para dejarles siquiera seguir hablando. Si es que hablan, porque a esto hay que añadirle el silencio taciturno de Mariano. Y para poner la mecha basta con la criminalización legalizada del ciudadano, la represión a base de fuerza, la privatización sistemática de servicios que deberían ser públicos -Justicia o Sanidad- o la falta de diálogo social. No hablemos de regular Internet, que nos ponemos todos enfermos.
Si usted se siente ofendido, no hay problema. Jódase. «Que se jodan». Que se joda cualquiera que haya trabajado y pagado impuestos. Es más, que se jodan todos menos la niña querida de un tipo que ha construido un aeropuerto sin aviones al amparo de un President imputado durante años en un caso untamiento. Claro que si te juzga un jurado popular y ganas por seis a cuatro en lugar de meter los huevos en la hoguera como un machote es porque tienes honra, y mereces que Canal 9, el ejemplo canónico de cómo no manejar una televisión pública, haga un panegírico de tu inmensa bondad cuando ha eludido hablar sobre tu implicación en tramas que incluyen a gente haciendo orgías con prostitutas y alguna que otra lavativa anal recurrente.