Y ahora un popurrí de nostalgia y arqueología digital:
En el año 2000 Internet era distinto (o siempre ha evolucionado). No viví el auge de las BBS, y la época dorada del IRC me pilló en los prolegómenos de la «dos punto cero». Antes de que la emprendiésemos con el Counter Strike y el Jedi Knight II, hubo otras aventuras; aunque, para mí, Telnet se redujo a una versión ASCII de StarWars. y el phreaking en una leyenda como Kevin Mitnick —a quien conocí en persona tiempo después—. Conforme los servicios en red comenzaron a transformarse en aplicaciones dinámicas servidas desde el navegador, a los Millenial se nos desdibujó la línea entre los conceptos Web e Internet. Hoy en día, tras la revolución de las apps, incluso las web-apps se confunden con aplicaciones nativas en los teléfonos móviles. Hasta diría que la Web, ese marchamo de «páginas» visitables, ha engullido la idea de una red para distribuir cualquier tipo de dato sin ser filtrado en forma de documento: gestión de archivos, conversaciones por texto, voz, consolas remotas, experiencias interactivas —como son los videojuegos—, etc. Miro atrás y recuerdo, con cierta añoranza, un tiempo más naíf, en el que la creatividad brillaba entre las limitaciones técnicas.
En 2004, hacer un cortometraje era algo muy diferente. No existían las DSLR que grabasen vídeo al alcance de cualquiera, y las cintas mini-DV debían ser capturadas en tiempo real a través de un puerto Firewire o una tarjeta capturadora. Nos bastábamos con las emergentes cámaras digitales, que nos permitían hacer uso de su función de vídeo y el nuevo puerto USB. Antes de YouTube el único streaming se hacía —si es que se hacía— desde plugins, y los servicios de hosting limitaban la transferencia; esto último no sería relevante si no fuese porque, como en el antiguo ElRellano.com, los vídeos te los descargabas para verlos luego. Corrían por ahí CDs con colecciones de contenido, pues tanto el DivX como MP3 habían roto con las limitaciones de almacenamiento de los contenidos, pese a que enviarlos a tiempo real todavía supusiese una limitación técnica. Con todo, uno debía conformarse con grabar en PAL, ya que eso de 1080p o 4K no se concebiría hasta la revolución siguiente —la de los smartphones, con su cámara integrada—.
Recuerdo a los pioneros de todo esto en España. Para mí, sin duda, fueron Circonio77 y Aktorazos.tk.
Star Fame 2, secuela de la anterior y tan icónico para un servidor como lo fue Trauman.
Recuerdo también la ciudad pixel que empezó Oink, o las extintas webs iClanes —precursora de las redes sociales de consolas, una especie de mezcla entre Geocities y Facebook para jugones— y Sectadepillados —que me marcó de alguna forma—. Lo que teníamos para visitar en clase no era Twitter, ni Instagram, ni nada así de social; Yonkis.com, Estasmuerto.com y Malgusto.com copaban ese interés, en un sentido unidireccional y sin botón de Like. De tanto en cuando alguien dejaba Petardas o Putalocura abiertos para sorpresa de quien se lo encontraba. Nuestra web de antaño era más casposa, pero también más genuina y natural; era como el porno sin ingles depiladas, realista e inocente, como la época de inocencia pretecnológica análoga a la inocencia cristiana que antecedió a los VHS y las sex shops. Todavía estábamos dándonos cuenta de que se había inventado Google, y hasta su función de autocompletar lo que estabas escribiendo nos parecía novedosa. El concepto cloud se popularizaría después, yo diría que después de que Google anunciase que (¡sorpresa!) regalaría cuentas de correo gratuitas bajo el dominio @gmail.com.
Aktorazos.tk tomaron el dominio gratuito .tk, que triunfó tras la burbuja punto-com.
Por aquel entonces también hubo otros memes, a mi parecer menos forzados por serlo. Todavía cuesta discernir si I accidentally fue intencionado o no. Tuvimos un bebé bailongo —unido a una miríada de gifs que poblaban las páginas estáticas—, el Star Wars Kid, y la historia del rotulador edding que se le rompió a una muchacha dentro del cérvix (pero no he conseguido volver a encontrar).
All Your Base Are Belong To Us, una funesta traducción fácil de bailar un sábado de rave.
Este tiempo también dio cabida a demostrar lo que puede hacer la inteligencia colectiva contra el poder de los intereses monopolísticos. Cuando se persiguió Napster se alzó el eMule (o la red Gnutella, en general), KaZaA, etc., para dar paso a los Torrents. Esta época fue muy convulsa para los derechos en Internet, especialmente en España cuando hablamos de el lío que montó la SGAE con el canon digital. Hoy en día, por suerte para los creadores de contenido, el pay per view se ha extendido más allá de Netflix y Spotify, transformado en un modelo de suscripción.
Qué recuerdos, los puntitos de colores del Napster.
Cabe mencionar también el MSN Messenger, que aplastó a Yahoo Messenger en España e hizo sombra al ICQ, con sus plugins y capacidades crecientes, hasta que Skype les hizo sombra a todos y terminó por jubilarlos, siendo que muchas de sus funciones eran cubiertas por las emergentes redes sociales. También tiene una especial relevancia el mIRC, un cliente que sirvió para que los primeros usuarios de Internet —esos de un modem de tonos— se conectasen a una red global de charlas.
MSN/Live Messenger era una relación de amor y odio entre todas sus capacidades y cómo las explotábamos.
Y hasta aquí quiero escribir. Hoy en día todo lo anterior se ha visto superado por la automatización, el poder de las APIs, o aplicaciones que funcionan en el navegador/móvil y han simplificado el nivel de conocimientos que un usuario necesitaba para utilizarlas. El desarrollo de la mercadotecnia también ha jugado su papel, y si bien ahora los contenidos tienen una calidad formal mayor y están mejor segmentados de cara a los distintos públicos que pueblan las redes, quizás pequen de la frescura de la que gozaban los pioneros de Todo Esto. Si pudiese «romper una lanza», lo haría porque quienes crean contenido lo hagan de acuerdo a lo que quieren expresar, porque les nace, más que atendiendo a las necesidades de una «audiencia potencial» que ya recibe más de lo mismo por otros canales. Ahora que empezamos a entender cómo funciona la red, cabe preguntarse si así es como queremos que la red funcione, o si por el contrario debemos caminar más pronto que tarde hacia Internet 2.
MAKE THE INTERNET FRESH AGAIN!
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