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Mes: noviembre 2012

La sanidad es un imperativo ético

Señores y Señoras diputados:

Hay cosas que se pueden recortar, muchas cosas. Algunos estarán de acuerdo, otros no. Pero la sanidad es un imperativo ético. Aunque prescindir del débil haya formado parte de muchas sociedades. Será porque a nosotros nos tocó el Humanismo defendiendo cosas tan «locas» como que una persona tiene cosas que no se ven y que no le puedes quitar: los Derechos Humanos.

(Y si está ahí es porque alguien que ha pensado mucho más que ustedes ha concluido que vale la pena defenderlo por encima de todo lo demás, de cosas que no están ahí, como el derecho al enchufismo o a los contratos irregulares.)

Si no, uno siempre puede seguir a quien los inspiró:

Según Kant, del imperativo categórico existen tres formulaciones:

  1. «Obra sólo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal».
  2. «Obra de tal modo que uses la humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un fin, y nunca sólo como un medio».
  3. «Obra como si, por medio de tus máximas, fueras siempre un miembro legislador en un reino universal de los fines».

Si uno se pasa comprando coches oficiales no le importa mucho apretarse un poco. Si uno construye un aeropuerto sin aviones se lo pensará la próxima vez, antes de hacer el ridículo. Hay muchas imbecilidades que se pueden recortar. Hasta podemos recortar a los imbéciles.

Pero, ¿por qué la sanidad no es una imbecilidad? La sanidad está incluida en los Derechos Humanos al hablar del derecho a la vida.

Article 3.

  • Everyone has the right to life, liberty and security of person.

 

Artículo 3.

  • Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.

 

Hablar de derecho a la vida no es hablar de aborto o eutanasia. Vengámonos más cerca. Es hablar de lo que uno mismo hace con su vida, al menos con esa vida obvia que consiste en el hecho de no estar muerto ni molestar a los demás con acertijos crepusculares.

Lo que todos tenemos claro es que la vida, una vez hecha, no se puede cortar por voluntad de terceros. Que no te pueden matar, es obvio, y que si alguien tiene las facultades para salvarte la vida lo debe de hacer, porque tu derecho a vivir está por encima de su derecho a otras cosas, incluyendo abstenerse de ayudar. Esto es más obvio si añadimos que también tienes derecho «a la seguridad de tu persona»; por la misma razón un médico debe de estabilizarte o juzgarte como insalvable -algo que debería probar- antes de marcharse y dejarte morir. Qué cosas.

Por estos dos derechos, la sanidad es algo que hay que salvaguardar. Como mínimo, pongámonos a su favor. Y claro, ahora vienen la implicaciones de estar a favor de las cosas: que no estás en contra, que no las aminoras, que no las recortas, que no les quitas chicha. La sanidad es incrementativa, no se puede recortar. Sólo puede ir a más. y a más, y a más.

Porque si no haces esto estás asumiendo la responsabilidad de:

  • Todos los tullidos
  • Todos los dependientes
  • Todos los cadáveres

que marquen la diferencia. Si mueren personas serán por tu culpa. Es como matar gente. No es diferente. Tienes el poder para salvarlas y no las estás salvando. Si mueren cien más y no te inmutas, estás valorándote como cien veces mejor que cualquiera de ellas. Si por el contrario muere una menos, felicidades. Qué fácil es ser un héroe. Pero parece que es aún más fácil vivir como imbécil secular. Como un psicópata ocioso que mata a otros antes de desprenderse de cosas que no necesita -Casa Real, diputaciones, dietas-, así vivirías.

Y claro, hay un puntal, el tema de la libertad. Porque si puedes hacer más libre a una persona -tratándole un cáncer tratable, se me ocurre- estás contribuyendo a que ella sea como tú: autónomo, independiente, palabras sin las cuales te sentirías encerrado. Hablar de curar es regalar a la gente la oportunidad de seguir viviendo.

La sanidad es un imperativo ético; ustedes, no.

Guillem.