Mientras unos usan un cadáver evitable para llenar informativos, otros hablan del mapa más grande del mundo y yo me quedo sin ideas, el verano se refuerza como la época en la que los medios pierden su norte. Una desviación muy particular, ésa que consigue que en todas las cadenas en abierto los reporteros hablen de playas y los planos nos muestren generosos topless. Bendita sea la televisión, que desde que descubrió las virtudes de Sabrina no ha necesitado pedir perdón por prometer actualidad mientras nos daba telebasura.
Visto desde un punto de vista económico, desde la óptica de la programación, parece ser que es muy difícil ser honesto y decir «no tenemos tanto para dar», y hacer un telediario más corto. Así que la solución está en cebar el día de hoy con comunicaciones estacionales o irrelevantes.
¿Alguien no sabe que todos los santos veranos la gente va a la playa? ¿Alguien no sabe que en verano hace más calor? ¿Qué tiene que ver con la actualidad que de pronto, sin motivo, una reportera nos hable de motocross? ¿Por qué ocupan noventa segundos de mi vida entrevistando a unas abuelas que juegan al bingo apostando veinte céntimos en cada partida? Noventa segundos: el mismo tiempo que dedican a hablar del bebé muerto por negligencia médica. ¡Vitoreemos la cultura mosaico! ¡Y démosle gracias al relativismo extremo por dejar que Maria Luisa y Error Intravenoso jueguen en el mismo campo catódico (o plasmático, o teefeté)! ¡Que nadie juzgue la información sostenida bajo criterios exclusivamente capitalistas!
Y entre tantos intentos de volverme un vegetal intelectual, por amor al arte yo me quedo con el fantasma de Borges, muerto ciego, no vaya a ser que me críen malvas dentro de la cabeza. Ah, y hablando de mapas…