Guillem Alatriste

Me he sentido como Pérez Reverte cuando narró en el diario una anécdota similar. Todo el mundo sabee que estas cosas pasan, y que así es la vida, y que uno ha de arriesgarse a parecer un memo si quiere optar a la oposición de héroe.

ladrones-99

El caso es que yo, noctámbulo empedernido, camino meditando por mi cuarto cuando advierto que la luz encendida del pasillo se cuela por entre el quicio y la puerta. De pronto, se apaga.

En un ataque de paranoia total,  decido abrir la puerta y alcanzar el interruptor quue tengo justo al lado. «¿Mamá?», pregunto. Nadie contesta. Los pies de mi hermano se ven sobre la cama, en su habitación, boca abajo, justo en el extremo opuesto del piso. Y en esa posición permanezco largo rato, en silencio, avizor al enemigo espectral que parece haberse colado en mi casa.

Vacilo. Al final camino de espaldas, pero al girarme no encuentro el carcaj con mis útiles de Aikido. Menos mal que estaban colgados tras la puerta. Desenfundo mi bokken blanco de roble japonés, con una vaciado que yo mismo le practiqué diestramente empleando una gubia, y que rellené con masilla azul celeste. Una artesanía tribal.

Me armo de valor guerrero.

Aparezco en el pasillo, y compruebo el baño pequeño. Vacío. Me asomo a la cocina. Vacía. Hace años que no usamos las verjas, y me desplazo hacia la galería de atrás, vulnerable. Vacía. Vuelvo al pasillo, voy al comedor, y lo encuentro vacío. Voy al baño grande. Vacío. Voy a la habitación de mi madre. Sólo duerme ella.

De vuelta al pasillo, me doy cuenta de que he olvidado el balcón… vacío. Soy un samurái algo fracasado esta noche. Y tan sólo queda un cuarto contra el que esgrimir el arma. Miro atentamente la habitación contigua a la mía, su puerta entreabierta. El último, el único vastión posible para un villano. Me acerco sigiloso. Empujo la puerta con el pie. Vacío.

Miro a mi derecha, y veo al gato sobre la maleta sin deshacer, mirándome indiferente, como si su amo fuese la atracción, el único actante en un teatro estúpido de la obra que él mismo ha montado. Vuelvo a mi cuarto, pensando que fui un valiente. Lo de la luz, un misterio.

Comentarios

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taticha dice:

Me encantó la entrada, no sabes la de veces que he recorrido la casa con un cuchillo de cocina -es menos exótico que tu bokken, pero seguro que muy efectivo- y he acabado mirando cómo mi gato me miraba divertido, pensando que la estupidez humana es infinita.

Repetiré visita 🙂

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