Dionisio en la encrucijada

El Occidente del siglo XVIII distaba mucho de ser democrático. Movidos por el auge de las ideas ilustradas que enraizaban entre la burguesía, monarquías de aquí y de allá empezaron a convarse en nombre de los de abajo. Pero el poder es el poder, y el poder corrompe. El juicio de la Historia conoció a esta facha de mequetrefes como déspotas ilustrados o, lo que es lo mismo, como los que hacían «todo para el pueblo pero sin el pueblo».

No sería casualidad que esta idiocrática sentencia, fundada en los principios del egoísmo, se registrase como epitafio de la carrera política de Mariano Rajoy. Un presidente de un país que se dice constitucional, amparado por un régimen definido como democrático, en el marco internacional de las naciones libres, gobernando a golpe de vara. Sea porque se lo dicen los mercados, Merkel, sus amiguitos de partido o la madre que los parió a todos ellos, sustituir un programa político por el Alfa y la Omega de los Decretos-Ley no es ni democrático ni constitucional.

De hecho, recortar al mismo tiempo en ciencia, dependencia, educación, sanidad y prestaciones sociales mientras se beneficia a la banca, al lobby audiovisual o al amiguismo político es una combinación demasiado falta de Ética per se como para dejarles siquiera seguir hablando. Si es que hablan, porque a esto hay que añadirle el silencio taciturno de Mariano. Y para poner la mecha basta con la criminalización legalizada del ciudadano, la represión a base de fuerza, la privatización sistemática de servicios que deberían ser públicos -Justicia o Sanidad- o la falta de diálogo social. No hablemos de regular Internet, que nos ponemos todos enfermos.

Aznar, ex Presidente del Gobierno (1996-2004) haciendo una peineta a los estudiantes que protestaban contra él.

Si usted se siente ofendido, no hay problema. Jódase. «Que se jodan». Que se joda cualquiera que haya trabajado y pagado impuestos. Es más, que se jodan todos menos la niña querida de un tipo que ha construido un aeropuerto sin aviones al amparo de un President imputado durante años en un caso untamiento. Claro que si te juzga un jurado popular y ganas por seis a cuatro en lugar de meter los huevos en la hoguera como un machote es porque tienes honra, y mereces que Canal 9, el ejemplo canónico de cómo no manejar una televisión pública, haga un panegírico de tu inmensa bondad cuando ha eludido hablar sobre tu implicación en tramas que incluyen a gente haciendo orgías con prostitutas y alguna que otra lavativa anal recurrente.

Hablemos con claridad: España se hunde. España no puede asumir una casta política tan inútil y apoderada. España no puede seguir alimentando un sistema plutocrático, una dictadura de las élites que se ha perpetuado durante demasiado tiempo -y hay que irnos bastante atrás para encontrar al primer hijo de Fabra metido a político-. España es un estado fallido, empezando por la cúspide de la pirámide, que son sus desgobernantes, gente que pasa por pelele para acabar pagándose la cocaína con su sueldo en Endesa o lo que saca del IBEX tras cuatro o cinco firmillas bien puestas.

Hasta entonces esto había sido colateral. Que un retrasado social dijese «yo estoy en política para forrarme» no importaba en una nación donde el ladrillo tapaba el sol. Nos iba muy bien especulando. Pero ahora no se crea empleo, ni se reforma la ley para que se cree -una ley de emprendedores ayudaría más que una de despido libre, por cierto-; el paro y la precariedad siguen aumentando; la gente es desahuciada como quien come quicos, y la única respuesta que reciben es que «vivieron por encima de sus posibilidades» cuando todo lo que les ofrecían los bancos era eso, supuestas «posibilidades». Con todo, los vectores nos dicen qué va a pasar con este aeroplano: vamos a estrellarnos.

Sin ciencia ni servicios sociales, sin oportunidades ni futuro, todo lo que nos queda es revivir la lenta caída. Lo que antes fue un Imperio que se venció en siglos ahora será un país de segunda que caerá en lustros. No hay brotes verdes, y creo que no los veremos en los próximos cinco años; probablemente diez, y eso si hay suerte. Digamos las cosas como son, again: no hablamos inglés, no pensamos internacionalmente, y como nos quedemos en el barco vamos a tener que aprender a respirar bajo el agua.

Demasiadas políticas erradas y demasiadas cuentas que saldar.

Debo confesar que hace tiempo profeticé en algunos comités que ni yo recuerdo algo que para mi desgracia se ha hecho realidad, que las cosas no cambiarían hasta que alguien se matase en un cajero por culpa de la crisis. Nos tocó, en este caso, ver cómo algunos se tiraban por el balcón, y como muchos otros muertos por la causa han sido eludidos por la actividad mediática. Lamentablemente, tuve razón.

Y eso ha reavivado la llama ciudadana. No la de los sindicatos, o la de cuatro políticos que se cuelgan medallas. No, que alguien estalle contra un pavimento pagado con dinero público por culpa de un sistema privado que será salvado por esa misma pecunia popular ha cabreado a la gente. Aunque, claro, la gente sólo puede gritar en el vacío ante la prepotencia hiriente de una clase política que miente más de lo que habla como si no nos diésemos cuenta.

Señora Cifuentes, Señor Wert, y Señores y Señoras mequetrefes del equipo de Gobierno, se lo digo a ustedes porque parece que no se enteran: tengo un cociente intelectual de 130. Soy miembro vitalicio de Mensa, una asociación internacional de gente superdotada. Tengo una carrera, y estoy estudiando un doble posgrado en red y un master en la Universidad de Utrecht, una de las mejores de Europa. No soy inútil. No soy imbécil. No soy idiota. Dejen de insultarme a mí y a todos los que, por sabios, hábiles, inteligentes u honrados están luchando por deshacerse de una chusma como ustedes.

Acéptenlo, los ineptos son ustedes, los inútiles y «trepas» son ustedes. Yo hablo más inglés que todos ustedes juntos. Yo estoy muy contento con mi capacidad intelectual, que habrá quedado de una prepotencia aniquilante dado lo poco que se han preocupado por fomentar el uso del cerebro en el país en que Gobiernan. Por favor, si me voy a quedar como ustedes no me «españolicen»; ni a mí ni a nadie. La involución es un privilegio que sólo ustedes merecen.

Ahora bien, aún les dejo un consejo. Porque si uno critica ha de proponer algo. Como mínimo, les diré lo que va a pasar. Dudo que considerarlo esté por encima de demandarme por cualquier tontería -como injuriar contra verdaderos hijos de puta como ustedes- pero aquí lo dejo, porque ya he acertado antes: la ineficiencia política del PNV desató una pesadilla llamada ETA que nos ha perseguido durante demasiado tiempo. Por aquellos días ni el PNV era villano ni Franco era un santo; las analogías con nuestro presente son demasiado claras si consideramos que hay una avalancha de gente luchando por un país digno mientras que los que se lo impiden son, al fin y al cabo, los aprendices de Fraga, que casualmente trabajó para el Caudillo. Ahora tenemos Democracia Real Ya, el Quince Eme, y un sinfín de colectivos que son mucho mayores en número y fuerza que un grupo de nacionalistas locales.

Si no aprendemos a escuchar nos arriesgamos a olvidar a ETA para aprender otro nombre. No sé cómo se llamarán, ni a quién intentarán matar, pero tengan por seguro que si ha pasado antes puede volver a pasar. Ni yo ni ustedes lo quieren, pero es que no es una cuestión de voluntad, es una cuestión de frustración, de tener una olla a presión y no bajarle el fuego. Imagínense además cargar con la cruz de no haber vencido a ETA y de haber engendrado, además, otra bestia antisistema. Hay demasiado odio y demasiada rabia como para que de entre cuarenta y siente millones de españoles nadie piense en pegarles un tiro. Y ustedes se lo están ganando a pulso.

Por si no les ha quedado claro:

  • Gobiernen con y para los ciudadanos. No les votaron los bancos, ni Merkel, ni se eligieron ustedes mismos. Ustedes están a nuestro servicio.
  • Sean más transparentes. Ni cuando gozaban de credibilidad les servía mentir; hacerlo ahora, tanto como no decir nada o escurrir el bulto, sólo va a acabar por perjudicarles.
  • No claudiquen ante fuerzas de mercado cuyo interés no es salvar el país sino hacerse con él.
  • Recorten en cosas como «asesores sin graduado escolar», «coches oficiales», «dietas» o «amiguismo político».
  • Aprendan inglés.

Si no, ya saben lo que hay. Qué digo, lo sabemos todos.

Comentarios

[…] tenemos derecho a indignarnos, porque sabíamos muy bien que esto iba a pasar. No soy el único Genio de la Lámpara. La escalada progresiva de violencia era tan previsible que incluso la sospecha de su […]